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domingo, 29 de mayo de 2011

>Georgette

Solo iba a clase cuando tenía algún examen. El resto del tiempo se lo pasaba escapándose de las miradas ajenas y evitando cualquier contacto con seres de su misma raza pero con distintas opiniones. Era diferente. Bueno, más que eso era rara. Lo tenía muy asumido y lo aceptaba con cada una de las responsabilidades que eso traía, incluso sacar a pasear sus ideas después de comer y ordenar el cuarto de sentimientos perdidos de su mente. Quizás a veces, era demasiado excéntrica y llamaba la atención su forma de interpretar la vida y reflejarla en sus gestos apacibles. Le gustaba tanto leer que muy a menudo se pasaba desde que se ponía el sol hasta que volvía a acostarse la Luna imaginándose rostros amargos. Luego los pintaba con sonrisas y les hacía volar como Campanilla en Nunca Jamás. Pocas personas se habían dignado a hablar con Georgette sin que fuera para meterse con ella pero eran escasos los que la conocían por algo más que “la niña de la sonrisa triste”. Porque para los demás ella era eso, aquella adolescente imperceptible y estúpida que se acomodaba en el banco del parque a escuchar música rock y reírse de sí misma. Lo que nadie sabía era que cuando estaba en su fase depresiva algo la obligaba a hacer que todos sonriesen. Pese a su cuerpo triste y su mirada cansada el brillo de sus ojos buscando una nueva forma de escape no la abandonaban.
Generalmente le pasaba que no sabía cómo tratarse ni a sí misma y que siempre que podía abría las persianas de su espíritu a alguna emoción nueva. Lo que pasa es que rara vez entraba el sol a través de aquellos cristales. Tenía una borrosa imagen de sí misma y poca confianza en su alrededor. Su único refugio a parte de Kya era aquel viejo diario en el que apuntaba todo lo que se le ocurría sobre acariciar el cielo con el dedo meñique del pie.
¿Conoces esa sensación agridulce que se te queda en la boca cuando sientes que no has hecho todo lo posible para salvar algo que ya no es que quisieras, si no que necesitabas para seguir respirando? Pues ella la sentía continuamente. Se pasaba la vida suspirando a ninguna parte y con el esófago a punto de reventar gracias a las ganas de vomitar. ¿Sabes esos momentos en los que necesitas gritar? Cuando ves como él se pasea por los pasillos del instituto y se te queda mirando, y sientes esas inmensas ganas de correr hacia el y plantarle el beso del siglo y que se joda el mundo. Cualquiera que se fijara un poco en Georgette se daría cuenta de que ella se pasaba la vida en un tira y afloja entre hacerlo o no. 




3 comentarios:

  1. Buahh, qué ganitas tenía de una entrada tuya. Precioso, como siempre ^^

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  2. que me ha encantado esta entrada, unas fotos preciosas!
    me alegra conocer tu blog!

    besitos

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  3. mmm ! No sabía que habías subido una nueva entrada !! ^^ Estupenda, como las demás !! :DD

    Unmomobesito.

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